lunes, 16 de junio de 2008

NOCHE BLANCA

Anoche volví a ser pasto de mis propios nervios, esa red traicionera que se extiende por todo el cuerpo y se ceba en mi estómago en los momentos de guardia baja. Será casualidad, pero precisamente anoche pensé que por fin me había organizado bien estos días en los que tengo que combinar, por un lado, el trabajo, y por el otro, los exámenes finales de Periodismo. Y por mi cabeza pasó la posibilidad siempre latente de que algo echara al traste tan sesuda planificación. A los hechos me remito: esta mañana tuve que faltar al trabajo, porque sólo conseguí dormirme a eso de las 5 o así de la madrugada, y sabía que necesitaba descansar un poco para el examen de esta tarde. Todo lo que medité para adelantar un poco en el trabajo en la mañana de hoy no ha podido ser. El azar entra así en nuestras fútiles agendas y las desbarata de vez en cuando. ¿A qué fin? No lo sé, pero desde luego ha conseguido recordarme que debemos tenerlo bien presente. Al azar, digo. Justo cuando empezamos a olvidarnos de que también lanza sus designios, entra con un portazo en la realidad e impone su caótica ley.

Espero que se marche pronto y todo vuelva a ser previsible.

Guille

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