Estoy en la universidad y Aqueloo está en Italia. Parte del año pasado y el anterior me acostumbré a que Aqueloo era una presencia cercana y ligada a la universidad, de forma que sólo tenía que acercarme por la facultad en la que trabaja para encontrármelo. Desde que hace un viaje detrás de otro, su despacho es ahora un sitio extraño para mí al que no puedo acercarme. Y no existe esa posibilidad de verle aunque sea fugazmente en uno de esos momentos en que desearías estar en otro sitio en vez de en este campus aislado en sí mismo.
No es una sensación nueva, la de la nostalgia de Aqueloo. He venido presintiéndola en varias ocasiones cuando salía de clase y de un examen y ya no podía visitarlo como antes de que se entregara definitivamente a ser un trotamundos. Sí que viajaba hace un par de años, pero ahora hay demasiadas fronteras entre él y los amigos que ha dejado en Murcia. Con sensaciones así, pequeñas pero punzantes, se adivina el valor de ciertas cosas --aunque resulten minúsculas en comparación con otras--. Parece una bobada, pero era agradable saber que, una tarde cualquiera que estuviese por la universidad, podía asomarme al despacho de Aqueloo y charlar un poco, un rato. Nada del otro mundo. Sólo que, ahora que estoy dando los últimos pasos que me quedan por la universidad, no tener eso a lo que me había acostumbrado me produce desconcierto y un poco de saudade, como dirían los portugueses. Qué misteriosas somos las personas.
Guille
No es una sensación nueva, la de la nostalgia de Aqueloo. He venido presintiéndola en varias ocasiones cuando salía de clase y de un examen y ya no podía visitarlo como antes de que se entregara definitivamente a ser un trotamundos. Sí que viajaba hace un par de años, pero ahora hay demasiadas fronteras entre él y los amigos que ha dejado en Murcia. Con sensaciones así, pequeñas pero punzantes, se adivina el valor de ciertas cosas --aunque resulten minúsculas en comparación con otras--. Parece una bobada, pero era agradable saber que, una tarde cualquiera que estuviese por la universidad, podía asomarme al despacho de Aqueloo y charlar un poco, un rato. Nada del otro mundo. Sólo que, ahora que estoy dando los últimos pasos que me quedan por la universidad, no tener eso a lo que me había acostumbrado me produce desconcierto y un poco de saudade, como dirían los portugueses. Qué misteriosas somos las personas.
Guille
1 comentario:
Hola Guille,
Me reconforta sobremanera -no sabes cuánto- el hecho de que te hayas acordado de mí porque yo, aunque trotamundos y perdido, me acuerdo mucho de vosotros.
Me gustaría haberte podido acompañar en tus últimos pasos en la universidad, haberme cruzado contigo en aquellos pasillos interminables o, incluso, haberte animado a seguir adelante.
De la misma manera en la que la primera vez que vine a Italia por tanto tiempo no tenía ganas de volver a España y fue para mí una experiencia maravillosa, esta vez añoro todo lo que dejé allí: familia, amigos, mi despacho, mi coche, mi cama, mi casa, etc...
Echo de menos el mar, Cartagena, Murcia, no tener nada que hacer...
Por desgracia, hay cosas en la vida que suceden cuando no es el momento y creo que esta vez no era el momento de venir aquí.
A pesar de todo, he intentado aprovechar el momento, conocer la ciudad, trabajar con este profesor que me está enseñando a razonar y a comprender las Matemáticas, etc.
Por supuesto todas estas experiencias las guardaré conmigo y, de una manera u otra, me ayudarán a crecer un poquitín...
Aún así, el día 29 estoy por Murcia y espero que sea por una larga temporada, aunque tenga otros viajecillos cortos y espero que tengamos ocasión de vernos.
Espero también que todos vosotros esteis bien.
Un beso desde Italia,
Julio
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