¡Feliz Día del Libro a todos los Buscadores! Hoy, 23 de abril, se conmemora en todo el mundo una jornada dedicada a esos amados objetos llenos de páginas con letra pequeñita y apretada en su interior, y rara vez con fotos o imágenes. Desde Homero y Hesíodo (siglo VII antes de Cristo, aproximadamente) hasta Paulo Coelho y Luis Leante (de rabiosa actualidad), pasando por Dante Alighieri, Laurence Sterne, Lev Tolstói y Samuel Beckett, el mundo se ha ido llenando de bibliotecas en las que hay cientos de miles de historias trasladadas a papel para rescatarlas de una supervivencia efímera. Así, los relatos que fascinaron en el pasado, y que nacieron con vocación de eternidad, no desaparecen una vez que se han tranmitido. Los libros son el milagro de la memoria humana desafiando al olvido, legada y heredada continuamente a lo largo de la histora. Por esto, sobre todo, los libros tienen dignidad propia. En cada persona se tiene que producir el proceso renovado del aprendizaje. Es decir, todos hemos de recorrer el camino de nuestra educación desde cero, un camino que se inicia en millones de individuos. Los libros han sido la clave de que en ese proceso de aprendizaje todos los tesoros de conocimiento que estaban antes de nosotros puedan llegarnos.
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La fecha del 23 de abril para celebrar el Día del Libro se escogió por la coincidencia en el día de la muerte de dos personas ante las que no son suficientes los calificativos de genios o maestros: Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Sin embargo, esa coincidencia en el día de su muerte no es cierta, pues cuando Shakespeare falleció un 23 de abril de 1616, en Inglaterra se había impuesto el calendario protestante, que tenía un desfase de días con respecto al calendario gregoriano.
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Este año, como ya es tradición, no he podido resistirme a festejar este día comprándome un libro: una pequeña edición de La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson, en Letras Universales de Cátedra. De pequeño fue un libro importante para mí, pues una buena amiga de mi madre me regaló una edición ilustrada y abreviada que todavía conservo muy bien. No tenía un ejemplar con el texto íntegro, aunque ya lo había leído sacado de la biblioteca. Hoy ya cuento con una Isla del tesoro como tiene que ser.
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La fecha del 23 de abril para celebrar el Día del Libro se escogió por la coincidencia en el día de la muerte de dos personas ante las que no son suficientes los calificativos de genios o maestros: Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Sin embargo, esa coincidencia en el día de su muerte no es cierta, pues cuando Shakespeare falleció un 23 de abril de 1616, en Inglaterra se había impuesto el calendario protestante, que tenía un desfase de días con respecto al calendario gregoriano.
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Este año, como ya es tradición, no he podido resistirme a festejar este día comprándome un libro: una pequeña edición de La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson, en Letras Universales de Cátedra. De pequeño fue un libro importante para mí, pues una buena amiga de mi madre me regaló una edición ilustrada y abreviada que todavía conservo muy bien. No tenía un ejemplar con el texto íntegro, aunque ya lo había leído sacado de la biblioteca. Hoy ya cuento con una Isla del tesoro como tiene que ser.
Invenire
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