
LA CORONA DE HUNGRIA
El rey Esteban, canonizado tras su muerte, organizó la institución del reino en Hungría. En símbolo por su labor desarrollada en la formación del estado y la iglesia, el Papa Silvestre 11 le envió en el año 1 000 la corona real, con la cual Esteban se hizo coronar rey en el primer día del nuevo milenio, cuando toda Europa temblaba por la llegada del Fin del Mundo y el Anticristo.
En esa época la corona recibida del Papa tenía un doble significado. Por una parte, subrayaba el hecho de que el rey de Hungría espiritualmente dependía en forma directa del Papa en Roma y no se transformó en un vasallo del Emperador Germano-Romano. Así pues, simbolizaba hasta cierto punto, la soberanía de la nación. Por otra parte, la corona era el símbolo del poder secular y el Papa al entregársela al rey Esteban le señalaba que propagara las doctrinas de la Iglesia Católica romana en Hungría. Esta corona, reproducida en obras de arte antiguas, en ningún detalle coincide con la corona que conocemos actualmente, la corona original era una banda con piedras preciosas, igual que las coronas que llevaban los demás reyes europeos a principios del milenio.
Es interesante notar que a lo largo de muchos siglos persistió la idea en el reino húngaro de que la corona llamada santa, era la misma otorgada por el Papa para la coronación del fundador del Estado.
¿Qué pasó en realidad con la corona de San Esteban?
De todas las hipótesis expuestas por historiadores, actualmente la teoría más fundamentada parece ser aquella, que sostiene que el emperador germano Enrique III, la tomó como botín y debido a que la soberanía húngara quedó provisoriamente suspendida, devolvió la corona a Roma, desde donde ya no se pueden seguir las huellas de la reliquia. La corona que conocemos hoy en día como Santa Corona, también es una reliquia de la época de San Esteban. Esta corona probablemente está compuesta por la unión de un relicario del cráneo de San Esteban y la parte inferior por la corona griega ofrecida por el emperador bizantino Miguel Ducas alrededor de 1074 al rey húngaro Géza 1. Según una hipótesis, la Santa Corona, símbolo de la monarquía húngara cobró su forma actual en 1166. Es decir, la reliquia más bella de la historia y el símbolo más glorioso de Hungría tiene más de ochocientos años.
A lo largo de los siglos la corona de Hungría pasó por una serie de aventuras increíbles. Es posible que no exista otra obra de arte en el mundo, que debido a las vicisitudes históricas haya sido escondida en tantos países, palacios, castillos, fortalezas y ciudadelas.
Para poseer este tesoro se libraron muchas guerras de sucesión, luchas por el poder y conflictos armados. A veces la corona se perdió en el curso de repatriación desde el extranjero, o simplemente fue apropiada por personalidades históricas, otros la secuestraron para protegerla, fue empeñada y enterrada. Muchas veces la sacaron del país y cada vez se festejó su retorno, su devolución.
Durante la historia tan agitada de este tesoro se formó una institución especial para protegerlo. Los guardianes de la corona fueron escogidos de la alta aristocracia húngara, así como se constituyó un destacamento militar especial con el fin de velar por la seguridad de la corona.
A fines de la Segunda Guerra Mundial, políticos del gobierno de entonces de extrema derecha escaparon a occidente con la corona, donde la reliquia llegó a parar a manos de las fuerzas militares norteamericanas. La corona y varias joyas de la corona fueron custodiadas y en parte restauradas en Estados Unidos hasta 1978, cuando a base de la decisión del entonces Presidente Cárter, el Secretario de Estado Norteamericano Vance devolvió solemnemente las reliquias de la corona al pueblo húngaro. Desde entonces la corona y las joyas de la corona están expuestas al público en el Museo Nacional de Hungría.
La corona está compuesta de dos partes. Su ensamblaje se remonta, según la opinión de la mayoría de los especialistas, al último cuarto del siglo XII. Sobre una de las placas de esmalte, en la parte inferior de la corona, de origen griego, se lee la siguiente inscripción griega, al lado del busto del rey húngaro: "Géza, rey leal de Turkia (Hungría)". Sobre la cabeza del rey Géza vemos una diadema similar a la parte inferior de esta corona, pero sin ornamentos y los pendientes colgantes. Esta parte de la corona, como ya hemos mencionado, fue un regalo del Emperador bizantino, Miguel Ducas a Géza, quien había contraído nupcias con la hija de un patricio bizantino. La parte superior de la actual corona se asemeja a un relicario de cráneo que se usaban en la Edad Media. En su forma original las figuras de los doce apóstoles decoraban las bandas ensambladas en sentido transversal y las cuatro bandas se juntaron con una placa que llevara Cristo en el trono. Para poder integrar el relicario a la corona hubo que cortar una placa de cada banda, quedando con la imagen de sólo ocho apóstoles.
Información obtenida de:http://www.hungria.hn/simbolos2.htm