

Con estas pocas y pobres palabras quería hacer desde este blog un mínimo homenaje a los autores de El séptimo sello y Blow-Up, obras ambas que tengo en mi acervo personal de espectador. No creo que el día de ayer pase a convertirse en día de celebración mundial del cine, por coincidir la efeméride del fallecimiento de estos dos directores, como en su caso el Día del Libro reúne el recuerdo de las muertes de Cervantes y Shakespeare. Pero el día 30 de julio de cada año quedará ya por siempre asociado al doble adiós que hoy debemos rendir a Bergman y a Antonioni, y a la doble conmemoración que habremos de brindarles de aquí en adelante.
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Un artista que nos abandona al morir deja su obra con los que todavía estamos vivos y podemos visitar o revisitar sus películas, sus cuadros, sus libros, su música, sus construcciones... Ya no está en este mundo ni podrá entregarnos nuevas muestras de su dedicación personal al arte. Pero todo aquello que en vida sí hizo le otorga una rara inmortalidad por la que pueden seguir presentes entre los aún existentes, influyéndoles, deleitándoles. Haciendo que nuestras vidas sean menos ordinarias y un poco más extraordinarias.
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Un artista que nos abandona al morir deja su obra con los que todavía estamos vivos y podemos visitar o revisitar sus películas, sus cuadros, sus libros, su música, sus construcciones... Ya no está en este mundo ni podrá entregarnos nuevas muestras de su dedicación personal al arte. Pero todo aquello que en vida sí hizo le otorga una rara inmortalidad por la que pueden seguir presentes entre los aún existentes, influyéndoles, deleitándoles. Haciendo que nuestras vidas sean menos ordinarias y un poco más extraordinarias.