sábado, 27 de octubre de 2007

MIRANDO LAS ESTRELLAS

Las historias fantásticas y los cuentos de hadas nos gustan, aunque éstos cambien con los tiempos. Ayer tuve la oportunidad de darme cuenta, mientras veía -en el cine y con unos amigos-, la película Stardust, un relato mágico de factura nada convencional. Es decir, que no respeta las pautas acostumbradas del género. Basada en un cómic y en una novela de Neil Gaiman, creador de varios mundos míticos en los años 90 que ya son clásicos (Sandman, el ejemplo más singular de lo dicho) la película muestra ciertos puntos flacos desde el punto de vista técnico, cinematográfico. Sin embargo, a medida que avanza, el espectador comienza a disfrutar de la empatía que le transmite la accidentada historia de Tristán e Yvanna. Aunque, como toda historia fabulosa de amor ya nos podemos imaginar buena parte de su desarrollo, y el inevitable desenlace, previsible por lo arraigado de las reglas con las que se urden este tipo de narraciones, el camino hasta ese final feliz (por todos esperado) no está tan lleno de tópicos como cabría aguardar. Lo cierto es que el tratamiento de la historia incluye mucho humor y giros argumentales que pueden sorprenden incluso al más ducho especialista en el género. Ambos protagonistas están rodeados por una cohorte de secundarios de lujo, entre los que destacan Michelle Pfeifer y Robert DeNiro, innovadores en el registro al que nos tienen habituados y muy divertidos los dos. Además, es de agradecer por parte de los que amamos esa bella película que es Shakespeare enamorado, que se haya rescatado para un breve papel al actor tartamudo que representaba al coro en el comienzo de Romeo y Julieta, y que, aquí, interpreta a una cabra humanizada en hombre por la bruja Pfeifer.
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Lo cierto es que la carencia de virtudes técnicas de Stardust se compensan sobremanera con sus virtudes a la hora de entretener y ponernos una sonrisa en la cara. Confieso que te deja con la sensación de llegar a "ponerte tonto", con una sonrisa boba de felicidad irracional que el cine puede conseguir darnos de vez en cuando. Yo salí más optimista del cine, y eso que anoche me tocaba trabajar. En fin, que por eso la recomiendo. Es de esas historias que las recuerdas con agrado pasado el tiempo, y que siempre da gusto ver en compañía de los amigos.
Invenire

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