viernes, 13 de marzo de 2009

De la muerte y la vida


Da gusto ver el rostro duro y envejecido de Clint Eastwood llenando la pantalla. Esta vez no es una engañosa piel tersa, una cara radiante de juventud eterna de un actor o una actriz de físico apolíneo. La sociedad en la que vivimos oculta la vejez y la muerte como si fueran plagas. Se las ignora, no se las reconoce y se persiste en la creencia de la inmortalidad, de una primavera sin fin. Lo que la contradiga queda rechazado de plano, con la ayuda de subterfugios estúpidos. Cuántas películas de argumento bobo, protagonistas irresistibles y final previsiblemente feliz no están encaminadas a cimentar ese error tremendo…
Es un alivio disfrutar en Gran Torino de la vigorosa senectud de Clint Eastwood, alguien que todavía sabe contar historias hechas con los mimbres de los que han constado los relatos humanos de todos los tiempos. Vuelve a contar los mismos conflictos, miedos, deseos y esperanzas que siempre han ocupado a los hombres. Sin concesiones, y sin caer en lo obvio y lo repetitivo. Y lo hace con sobriedad y honestidad, preocupado sólo en narrar las peripecias de unos personajes nada extraordinarios que han de enfrentarse a situaciones poco ordinarias. ¿No es ésa la raíz de los conflictos que cambian el destino del ser humano? Lo más importante es que consigue contar con una mirada propia y, a la vez, distinta, una historia que ya conocemos, porque viene sucediendo desde que el hombre es hombre, pero actualizada, vuelta a contar para las personas de hoy. Quizá Eastwood no esté a la altura de los más grandes, como apuntó Juan Marsé. Aunque sí es de los mejores desde hace unos años, visto el panorama actual de realizadores.
Desde Sin perdón y su personaje de William Muny, Eastwood ya había dicho eso de que “Matar a un hombre es muy duro; le quitas todo lo que tiene, y todo lo que podría llegar a tener”. En Gran Torino regresa sobre la muerte y la vida, sin redundancias, con otro punto de aproximación, empleando otros silencios y otras palabras. Muchos más silencios que en Sin perdón, quizá, pero llenos de sentido.
Como rogaba el crítico de cine Carlos Boyero hace unos días en el diario El País, “por favor, señor Eastwood, no se nos muera nunca”.

FUENTE; LA NOCHE SIN ORILLAS

3 comentarios:

Julio dijo...

Comparto completamente esta crítica.

Gran Torino supuso un viaje a través de los sentimientos.

Sin rodeos, ni grandes escenografías. La sencillez. La coherencia. La dureza. La honestidad.

Sólo discrepo en una cosa: Clint Eastwood SI es uno de los grandes.

Pandag dijo...

Hola, Julio.
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Me he llevado una agradable sorpresa al leerte. El trabajo y la distancia, cuando no los viajes, te mantienen alejado y hace que perdamos el contacto. Podemos seguirte la pista a través de 'El viaje ha comenzado', pero siempre es una alegría tener noticias tuyas.
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Además, es estupendo que esta vez haya sido a raíz de la película de Clint Eastwood. En unos días se estrenará 'Los abrazos rotos', de Almodóvar, y ojalá pudieras estar en Murcia para que la vieras con nosotros. Me acuerdo de lo mucho que nos reímos con 'Volver'. Impagable Carmen Maura saliendo del maletero del coche de su hija con las medias por los tobillos.
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Por si no fuera posible, que sepas que aquí tienes a tus amigos. Recibe un abrazo y te diré algo que antes solía recomendar mucho: cuídate.
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Invenire

Julio dijo...

Muchas gracias Invenire, es el trabajo y algunas causas más las que me mantienen alejado.

Todas quedan reflejadas en "elviajehacomenzado" y, supongo, si has ido leyendo que te habrás dado cuenta de eso.

Tanto tú como todos estais invitados en mi blog a escribir lo que os plazca, sois bien recibidos.

Los viajes no siempre son agradables.