martes, 31 de julio de 2007

BERGMAN Y ANTONIONI

Recuerdo una crítica de Francisco Umbral al respecto de Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore, en la que al comentar una escena donde el hombre encargado de proyectar las películas en el viejo cine de un pequeño pueblo italiano perdía la vista en un incendio de su cabina de trabajo. "El cine se quedó ciego", escribió Umbral. Ayer, 30 de julio de 2007, el séptimo arte, el cine mundial, despidió a dos de sus visionarios más geniales: el alemán Ingmar Bergman y el italiano Michelangelo Antonioni. No voy a decir, siguiendo con Umbral, que tras la muerte de estos dos maestros, directores de cine, que éste se ha quedado ciego, más a oscuras, que nadie como ellos que ya no están volverá a iluminar nuestros ojos y nuestras mentes de forma semejante o superior. Quién sabe qué cineastas vendrán en el futuro. Sin embargo, podemos ser ahora mismo perfectamente conscientes de los que ya forma parte inseparable de nuestra memoria del pasado.
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Con estas pocas y pobres palabras quería hacer desde este blog un mínimo homenaje a los autores de El séptimo sello y Blow-Up, obras ambas que tengo en mi acervo personal de espectador. No creo que el día de ayer pase a convertirse en día de celebración mundial del cine, por coincidir la efeméride del fallecimiento de estos dos directores, como en su caso el Día del Libro reúne el recuerdo de las muertes de Cervantes y Shakespeare. Pero el día 30 de julio de cada año quedará ya por siempre asociado al doble adiós que hoy debemos rendir a Bergman y a Antonioni, y a la doble conmemoración que habremos de brindarles de aquí en adelante.
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Un artista que nos abandona al morir deja su obra con los que todavía estamos vivos y podemos visitar o revisitar sus películas, sus cuadros, sus libros, su música, sus construcciones... Ya no está en este mundo ni podrá entregarnos nuevas muestras de su dedicación personal al arte. Pero todo aquello que en vida sí hizo le otorga una rara inmortalidad por la que pueden seguir presentes entre los aún existentes, influyéndoles, deleitándoles. Haciendo que nuestras vidas sean menos ordinarias y un poco más extraordinarias.

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