lunes, 2 de febrero de 2009

Las tinieblas inmemoriales

La-carretera-BOLSILLO_libro_image_zoom En un momento del viaje, el heroico y cansado hombre que viaja con su hijo hacia el sur le advierte de las atrocidades que puedan ver por el camino. “Quizá luego no puedas olvidarlas”, viene a decirle. Sin embargo, en su fuero interno late la certeza de que se olvida aquello que se quiere recordar, y se recuerda lo que desea olvidarse. Y difícil es olvidar las ominosas imágenes que marca en la imaginación la lectura de La carretera, de Cormac McCarthy. En el libro, dos tristes figuras, macilentas y al borde del abismo, cruzan a pie, con dirección austral, un Estados Unidos convertido literalmente en un país de cenizas. El mundo de ficción en el que se sitúa la historia es un oscuro e inhóspito universo, en el que hasta el mar es de color negro. El amanecer más luminoso es simplemente gris y copos de ceniza sempiternos sustituyen a la nieve como meteoro que llueve del cielo. Un apocalíptico acontecimiento que no se explicita en la novela habría arrasado con casi toda la vida animal, vegetal y humana. ¿Del planeta entero? Tampoco eso se especifica. La devastación y el desastre son absolutos. Los protagonistas desconocen el mes y la estación exactos del año en que se encuentran. Se guían gracias a un mapa de papel hecho girones. El hambre y una insondable desesperanza son los enemigos más enconados del hombre y su hijo, cuyos nombres tampoco sabremos jamás. Eventualmente, otros hombres, que ellos denominan como los malos (aquellos que han recurrido al canibalismo para su supervivencia) se sumarán a los innúmeros peligros a los que habrán de hacer frente, sin demasiada convicción de salir con vida, incluso con cierta ansia de que llegue por fin la muerte con su definitivo descanso: “Pocas noches tumbado en la oscuridad no envidiaba a los muertos”.

9788423339280IMASe trata de una narración fragmentaria, con marcada potencia poética y lectura desoladora. Es de esos libros que sumergen de tal forma al lector en el hilo de su relato que le parece asistir en propia persona a los infinitos padecimientos de los personajes. Además, consigue contagiar el miedo y la congoja del padre y de su hijo como pocos textos pueden transmitir esas emociones. Con afilados y brillantes diálogos, los protagonistas llegan a profundizar en la oscuridad que les rodea para trasladar a su terrible destino debates morales que son, precisamente, los que se encuentran de plena actualidad en nuestros tiempos.

Por tanto, una obra recomendable para todos los conformistas e inconformistas que deseamos que esta amarga aventura de un padre y su hijo no se traslade nunca en el futuro a una realidad que bordea los límites de ese reino de tinieblas inmemoriales. Para los que no quieran que la Tierra despierte a semejante pesadilla.